Odian los días nublados. Y se esconden. Y yo me río – que siempre fue mejor que llorar.
Por eso, hoy
quisiera ser nube para rozar el cielo; para avanzar despacio; para no parar.
Ser el incordio cuando ansíes el sol. Y su luz. Y su calor. Ser la delicia que
te enfríe y que te pare el corazón. Que te recuerde que aunque te escondas
nunca me iré del todo. Sinuosa, suave brisa que te envuelve, seguiré ahí
arriba.
Y me verás,
esta vez sin poder tocarme, ni rozarme - como hoy rozo yo el cielo.
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